sábado, 30 de mayo de 2009

Juan Wiclef

El varón que preparó el camino para Martín Lutero y los demás reformadores mucho más que los valdenses, fue Juan Wiclef, la “Estrella de la mañana de la Reforma”. El catedrático en la Universidad de Oxford, se convirtió en un reformador hasta la última década de su vida. Creía que la iglesia debía ser pobre como los apóstoles y Cristo le había delegado su autoridad únicamente sobre asuntos espirituales. En 1374 se reunió con representantes del Papa en Brujas; desalentado descubrió que ellos no estaban de acuerdo con él, y perdió toda esperanza de que pudiera lograrse una reforma a través del clero y de concilios. Al regresar a Inglaterra, pidió al Rey que reformara la iglesia, por la fuerza, si fuera necesario. Al mismo tiempo, sin embargo, apremió que las Escrituras se pusieran al alcance del pueblo como único fundamento seguro para la reforma.
“Las Escrituras deben ser la máxima autoridad para todo cristiano, su norma de fe y de toda perfección” dijo:(citado en Spinka 1953:26)
Debido a que su esperanza de reforma descansaba en que el pueblo recuperara la Palabra de Dios, capacitó a algunas personas para memorizarlas y recitarlas mientras viajaban. Estos “predicadores pobres” o “lolardos” como eran llamados, fueron realmente evangelistas itinerantes en Inglaterra. Como tenía protectores poderosos entre los nobles, que deseaban su éxito por intereses personales, Wiclef murió de muerte natural. Más adelante, sin embargo, se desenterraron sus huesos y fueron quemados y tirados al río Swift. Sus libros también fueron quemados. No obstante, al igual que los valdenses, fue un pionero en la recuperación de la autoridad de las Escrituras en la vida de la iglesia.